Este año he tenido el inmenso placer de asistir a un concierto de Patrick Bruel correspondiente a su último disco,dedicado enteramente a la cantante Barbara. Dicha gira ha tenido lugar en salas relativamente pequeñas, que favorecen el contacto con el público.
En mi caso, acudí al concierto de Toulouse, en la Halle aux Grains. Eran muchas las veces que había visto por fuera este edificio, pero esta ha sido la primera vez que lo veía por dentro. Es un teatro muy bonito, allí se han representado multitud de obras musicales y teatrales a lo largo de los años.
El 2 de abril, fecha del concierto, Patrick Bruel encadenó dos recitales el mismo día, uno a las 16:00 y otro a las 20:00. Lo cierto es que es de valorar el esfuerzo, debe de ser agotador estar en plena forma para cantar en dos sesiones en la misma jornada.
Cuando se arriesga tanto y se decide grabar un disco consagrado a una cantante que poca gente joven conoce, la apuesta puede ser un fracaso, pero si triunfa, puede llevarte al mayor de los éxitos. Esto es lo que ha ocurrido con Patrick Bruel y su disco de homenaje a Barbara, Très souvent, je pense à vous…
En esta ocasión, y sobre todo a lo largo de las más de dos horas de concierto, Patrick nos habla de la difícil vida de Barbara, y de cómo se ha sentido en ocasiones identificado con ella, pero sobre todo, de la gran admiración que le profesa. Cuenta que la cantante, fallecida en 1997, le recibió en sus camerinos en el año 1990 en el teatro Mogador, de París. Nos confiesa que tuvo miedo , ya que cuando sigues a una persona desde hace muchos años y tienes la oportunidad de conocerla, puede que la magia se rompa. También nos hace partícipes de un trocito de su infancia, ya que su madre escuchaba Barbara a menudo, es por eso que Patrick la conoció desde pequeño.
El concierto
Ha sido un verdadero placer asistir a un concierto tan íntimo, con tan sólo cinco personas en el escenario, en el mejor de los casos, y unos 2.500 asistentes entre el público. Pude verlo desde la primera fila, y, como Patrick, siento que es impactante tener tan cerca a una persona a la que admiras desde hace más de veinte años. Patrick comenzó el concierto con la canción «Du bout des lèvres», completamente solo en el escenario, tan solo con su guitarra. Hubo más ocasiones como esa, y resulta increíble como llena el espacio tan solo con su voz.
Conforme el concierto avanzaba, fueron añadiéndose los músicos, Benjamin Constant, al teclado, Bertrand Commère a la guitarra, Antoine Reininger en el contrabajo, y Frédéric Couderc en el saxófono.
El hecho de verlo desde primera fila en un teatro tan íntimo y con un escenario de pocos centímetros de altura permite que veamos su forma de moverse, la manera de llevar el compás con el pie, sus expresiones al cantar, sus gestos, y eso, indudablemente, es algo que se aprecia mucho. Casi podíamos escuchar su respiración, de verdad que fue un impacto verle tan de cerca y sentir el absoluto respeto del público, que escuchaba en silencio rotundo cada nota. Fue un concierto para no olvidar.
Barbara
En estos años Patrick Bruel había desvelado en varias ocasiones su grande admiración por Barbara. Los comienzos de la cantante fueron difíciles. Nacida en 1930, su infancia estuvo marcada por los abusos de su padre y por las continuas mudanzas huyendo de la persecución a los judíos durante la ocupación nazi. De igual manera, tampoco lo tuvo fácil en el terreno musical, ya que en sus comienzos, el público le abucheaba. No será hasta 1955 cuando conquista a la audiencia. Sus más grandes éxitos fueron: L’aigle noir, «Pantin» «Ma plus belle histoire d’amour c’est vous», «Le mal de vivre», «Göttingen», » Dis, quand reviendras-tu ?», «Nantes», una ciudad muy ligada a la artista, así como «Vienne». Fue una artista comprometida, a favor de los derechos de los homosexuales, entre otras cosas.
Patrick había mencionado en algunas de sus canciones que su infancia fue difícil y que creció sin padre, pero por más que pueda tener un discurso preparado para sus conciertos, oírle decir en directo que su padre le abandonó y que fue su madre la que le crió y le ayudó en todos los aspectos de su vida, impresiona. Fue un momento sumamente emocionante, de gran complicidad con el público. No hay palabras para agradecer el hecho de que un artista se desnude ante su público de esta manera.
Tuvimos la oportunidad de hacerle llegar un regalo de parte del blog, hecho artesanalmente por los fantásticos Limón y Fresa, de nuestra parte con todo nuestro cariño.
El concierto duró más de dos horas, y fue verdaderamente interesante ver a Patrick Bruel inmerso en este ámbito musical. Únicamente disfrutamos de una canción suya, Qui a le droit?, pero no importó en absoluto. Entre concierto y concierto pudimos saludarle en persona y hablar brevemente con él, lo cual fue lo mejor del viaje a Toulouse.
Merci d’y oser, Patrick!
Próxima parada: ¡Barcelona!